Fernando Renes, humor y recreo
Elena Vozmediano, El Cultural, Abril 2006
Es evidente que el dibujo está viviendo un momento de desarrollo y es justa la reevaluación positiva que se está haciendo del medio. Pero también es verdad que no pocas veces se cae en la glorificación de lo nimio. Con el argumento de la inmediatez, o de la comunicación de estados mentales difíciles de atrapar y de definir, se están lanzando al mercado (con buenos resultados) algunas propuestas que mejor estarían en los cómics o en los festivales de animación. El dilema de la artisticidad de estas formas de expresión está abierto. No hay por qué ponerse tajante dictando sentencias (tú sí haces arte; tú no) que podrían ser injustas, contestadas y eventualmente revisables. Pero sí se puede objetar cuando opinamos que se está exagerando el valor artístico de una obra. Y el trabajo de Fernando Renes (Covarrubias, 1970), que tiene cierto éxito en Estados Unidos y ha sido incluido en la publicación Vitamin D: New Perspectives in Drawing (Phaidon, 2005), está valorado. Desde el año 2000 produce dibujos y animaciones basados en un desfile de figuras de significado ambiguo que fluyen y se metamorfosean sin seguir una narrativa, con alusiones, nos dicen a experiencias personales del artista. Está bien hecho (dentro de su sencillez), es simpático, tiene notas de humor e ironía, es imaginativo, e incluso hace guiños a algunos mitos artísticos contemporáneos, y juega en algún momento con las relaciones entre soporte e imagen. No es poco. Pero se inscribe en esa infantilización del arte actual que muchos museos y centros de arte asumen sin cuestionarse qué papel están jugando en la consagración de la banalidad. En la Casa Encendida, que dedica una parte de sus actividades al público infantil y juvenil, no es inadecuado programar esta exposición de las animaciones hasta ahora producidas por Renes. Pero éste ha tenido la mala suerte de coincidir con uno de los maestros de la animación como medio artístico (y aquí no caben dudas), William Kentrigde, seleccionado en la colectiva de arte africano actual De ida y vuelta, también en LCE. Kentrigde es mágico, es crítico, fascina al espectador, mueve su inteligencia. Renes afirma en distintos dibujos que es vago, que odia las metáforas y se pregunta “Quién soy yo cuando no juego?”. Se podría defender como sana e higiénica su falta de pretensiones, pero sólo como tiempo de recreo.