Fernando Renes entrevistado por Teresa Badía
XVI Muestra de arte Injuve, Diciembre 2000


Tere Badía.
–Distingues entre tus objetivos a la hora de hacer animación o dibujo. En el primer caso comentas que “haces realidades”, y cuando haces dibujos, dibujas sólo potencialidades: “algo que no es, pero puede llegar a ser”. Podrías aclararnos más esta funcionalidad diversa?
Fernando Renes. –Cualquiera de los dibujos que componen la exposición está concebido como una pieza aislada. Tiene un significado en sí mismo. Un principio y un fin. La animación, como un conjunto de dibujos sucesivos, me exige un sistema de trabajo distinto, más disciplinado. Como la construcción de un muro de ladrillos, cada uno se sostiene gracias a otro, como una pieza de un puzzle. Podríamos decir entonces, que la diferencia se produce a la hora de enfrentarme a la concepción del sentido final de la obra, pero no afecta al “ser” intrínseco de la pieza. El movimiento, que es característica imprescindible de la animación, no concede a ésta un valor superior al dibujo, sólo le añade un significado distinto. La serie de dibujos que va a formar parte de la animación, es decir, de una sucesión de imágenes en movimiento, está planteada para formar parte de un conjunto cuyo sentido viene dado por el dibujo que le sucede y antecede y crea la illusion  de pasado, presente y futuro al entrar en juego el elemento del tiempo, que no es posible apreciar en el dibujo estático. Pero eso no acrecienta o disminuye el carácter que para mí tiene de “real” la imagen del dibujo aislado.

T.B.
–La anécdota, lo particular, parecetener una importancia definitive en tu obra. Cuál es su papel en tu proceso de trabajo?
F.R. –Siempre he asociado mi proceso de trabajo con la imagen de una meseta plana en la que se distribuyen de manera aleatoria –pero intencionada- diferentes elementos que se van desarrollando a la vez. Se crea de esta manera un conjunto de detalles que constituyen una imagen general de significado más amplio y concreto, pero la anécdota está siempre presente como parte imprescindible del “todo”. Como complemento a este sistema he desarrollado la capacidad de ser un “maniatico fingido”. Es decir, utilizo el ser maniático para fijarme en detalles que de otra forma no sería capaz de ver. Buñuel decía: “pobre del que no tenga manias”, así que me lo impongo como método, aunque no esté en mi naturaleza.

T.B. –Tu voluntad de iniciar tu trabajo sin buscarle significación, es una voluntad de no transcender más allá de la anécdota?
F.R. –La mayoría de mis piezas son un conjunto de imagines y palabras que se complementan. Algunas veces la imagen crea la frase y otras es una frase la que desarrolla la imagen, pero ninguno de los dos métodos es intencionado. Muchas otras veces es el espectador el que crea la relación al mirar. Si hay un dibujo y un texto que me interesan pero no combinan de la manera que yo esperaba, busco otro más idóneo y el elemento que queda sin “pareja” espera pacientemente su turno en otra obra. La interpretación y el sentido de cada una de las piezas no existe más allá de lo evidente. Mivoluntad de transcendencia descansa en lo aparente.

T.B. –Qué interés tienes de mostrar tu obra al público? Qué tipo de complicidades buscas?
F.R. –Uno de los aspectos más evidentes de la finalidad de mi obra es el terapéutico. Mi voluntad es la de hacer público, compartir, exorcizar. Podríamos hablar si quieres de exhibicionismo, de la satisfacción de mi sentido de la exhibición. No busco la interpretación de mi obra por parte del espectador. No me gusta la metáfora, ni pretendo que el que mira mis dibujos piense que estoy intentando decir algo más allá de lo que él ve. Pretendo que el público piense cuando ve mi obra, pero algo propio, personal e intransferible. No me gusta el misterio en mis dibujos, no soy misterioso. Sólo quiero estar ahí, exponerme. Uso mi obra como un arma, ofensiva o defensiva. Si tienes algo en la cabeza y no puedes decirlo o hacerlo, enfermas.

T.B. –Cuáles son tus mecanismos de comunicación a través de la obra?, o dicho de otra manera, dónde te interesa llevar al público cuando se encuentra frente a un trabajo tuyo?
F.R. –Cuando dibujo, libero pensamientos y acciones, casi siempre a través de lo “divertido”. El humor, más o menos solapado, está presente hasta en las imágenes más serias. Estoy contento cuando creo que he logrado que el espectador se quede con esa sensación de liberación que yo he conseguido al hacer la obra. Como todo en mis dibujos es directo, no hay más allá de lo que se ve. Es lo mismo que sacar un sonido de una trompeta. El mecanismo es muy sencillo, se sopla y el aire atraviesa el instrumento a través de un embudo. El golpe de viento que sale de la boca del músico, y la nota que escuchamos son la misma cosa, pero la intención del artista lo convierte en algo distinto y armonioso. Lo que me atrae de todo esto es lo inmediato del proceso, y es lo que pretendo en mis dibujos: conseguir con eltrazo lo que Clifford Brown o Chet Baker han conseguido con su trompeta.

T.B. –Consideras al creador como un productor de obra, como intérprete, o tee s más próxima la idea del arte como terapia?
F.R. –Siempre he tenido la certeza de que si muestro en mi obra las cosas que me pasan, veo o me preocupan, es muy probable que algunas de la personas que la vean piensen: !esto también me ha pasado a mí!, o !yo esto lo he pensado muchas veces!. Con eso me basta.

T.B. –Me interesaría que nos dieras tu vision de Nueva York, y que nos explicaras, si quieres, cuáles son las rezones que te llevaron a cruzar el Atlántico desde Burgos.
F.R. –Nueva York es una ciudad que me ha permitido cambiar lo que me obligó a irme de España. Me fui, básicamente, porque no era feliz y estaba cansado de mí mismo, no me gustaba. Vine a Nueva York a gustarme y a gustar como artista y como persona (en mi caso no hay diferencia). Esta es una ciudad que me ha permitido ampliar mis oportunidades. Su “conquista” constituye un reto atractivo y me obliga a superar mis propias limitaciones artísticas.


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