Una de dibujos animados
Victor Zarza, ABCD las artes, Diciembre 2007

Como señaló Pablo Llorca en el catálogo de aquella sugestiva exposición de la que él mismo fue comisario, Arte termita contra elefante blanco (2004) –donde se planteaba una revision en torno a los nuevos comportamientos que se prodigan  en el dibujo actual-, uno de los factores que han contribuido a situarlo como práctica emergente se debe a la voluntad de un buen número de artistas de recuperar la dimension comunicativa de la obra de arte. Siendo así, no ha de extrañarnos que muchos de ellos hallaran en el comic y en las películas de animación dos modelos a tener en cuenta, ya que su lenguaje es, por lo general, directo, fácilmente legible y, asimismo, proporciona la estructura adecuada para llevar a cabo desarrollos narratives. Por otro lado, además de las predilecciones estéticas motivadas en mayor o menor medida por la familiaridad con dichos medios, ambos pertenecen a aquello que deniminamos cultura popular, lo cual constituye un valor añadido para su elección, pues tal referencia permite reconducir –al igual que tantas veces se ha hecho, desde la original impostura dadaísta- la expression artística tomando como paradigma el ámbito de lo cotidiano.

Contracultural. Algo que frecuentemente se hace empleando estilos que remiten al mundo infantil (al de los dibujos de los propios niños o al de las ilustraciones a ellos destinadas), con cuya apropiación parece invocarse una cierta actitud crítica y mordaz que, en otros tiempos, hubiésemos calificado de contracultural; aunque, asimismo, cabría preguntarse si no será debido a la inmadurez congenital a ese hedonismo tan extendido en las sociedades occidentals contemporáneas.
Dentro de las coordenadas que acabo de señalar encaja a la perfección la obra de Fernando Renes (1970), quien en estos momentos está mereciendo un considerable reconocimiento dentro y fuera de nuestro país; baste con citar su inclusión en la nómina del selectivo Vitamin D. La exposición que ahora comentamos constituye su segunda individual en esta galleria madrileña (la anterior tuvo lugar en 2004, y del pasado año recordamos, también en la capital, la celebrada en La Casa Encendida) y la integran dos trabajos de animación sobre soporte digital, junto a los que se muestra un importante número de los dibujos que han servido para su realización. En la planta baja podemos ver el titulado Fujinokisha, donde un tren de vapor –sobre fondo blanco, como suele ser habitual en su obra- no deja de dar vueltas en torno a una representación elemental del monte Fuji. El desarrollo de la película viene determinado por el incesante recorrido circular de áquel (estampa ésta que aparece asimismo insertada en el otro audiovisual), sobre el que intervienen una serie de elementos (formas cúbicas, unas manos reales, un polvo indeterminado) que interfieren en su recorrido o modifican su visibilidad; el atractivo de este juego formal nace de esa paradójica interacción, que se plantea de un modo muy simple.

Proceso evolutivo. De mayor complejidad estética y argumental es el Segundo de los trabajos, Romance omnívoro (2007), proyectado en tres partes y cuyo sentido parece derivarse de las sucesivas transformaciones de cuanto aparece en él: seres humanos, anatomías, elefantes, moscas, barcos, montañas…Todo ello sometido a un dinámico proceso evolutivo que nos conduce, sin solución de continuidad, de unas situaciones a otras, no sabiendo muy bien si cada una de ellas debe ser entendida como una unidad singularizable en el mismo o si sólo constituyen manifestaciones instantáneas de este mundo imaginario dominado por un incesante impulso evolutivo, metamórfico  en el que las distintas pantallas también funcionan como unidades espaciales que cumplen un papel significativo en la trama.
Es este aspecto el que resulta más interesante dentro de este y otros trabajos de Renes: la plasticidad que transpiran sus evoluciones gráficas, muy libres e imaginativas, y que, a su modo, inciden en la percepción de la naturaleza del medio en el que se desarrollan. En alguna ocasión se “abre” virtualmente el plano para dar paso a otro elemento, o se hacen visibles los márgenes de las hojas sin preocuparse de lo que pueda aparecer tras ellas. Lo que pudiera haber supuesto el fin de la illusion se incorpora desenfadadamente a la historia, se le hace formar parte de una ficción en cuya calculad sencillez reside Buena parte de su atractivo.


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